02 diciembre 2005

republica revisited republica -re

republica de republicación y no de república mexicana... quise volver a publicar este texto que también se encuentra archivado en el mes de mayo de mi otro blog.
no entiendo muy bien por qué lo republico, tal vez por las ganas de meterle una manita de gato, últimamente he releído muchos de mis posts más viejos y ah cómo hay unos con serias faltas gramaticales, no se diga de concordancia.
pero no, no es por nostalgia, todavía no entra de lleno diciembre, no puede ser por nostalgia...

dos puntos

Recuerdo mi primer contacto con Guanajuato. En general fue como se espera que sea todo gran-recuerdo, con la diferencia de que a tantos años de distancia no ha habido añadidura alguna en él, no ha habido modificación de lo ocurrido. Desde que estuve ahí, en esos primeros instantes, supe de inmediato que algo en mí había hecho contacto, no sé con qué, sólo sentí un arrebato de nostalgia, una ruptura en mi propia cronología: nada habría de ser lo mismo luego de esa visita.

(quiero hacer énfasis en que esto no sólo es un recuerdo sino también un recuento de hechos) Salí por la tarde de la Ciudad de México y llegué a Guanajuato de noche. No había viajado mucho en mi vida hasta ese momento, por lo tanto, se puede decir que aún conservaba esa forma tan particular de mirar que tiene un niño, hasta esa seca y monótona carretera después de Querétaro me maravilló, ni qué decir al llegar a la central de autobuses para de ahí tomar un urbano para el centro de la ciudad, el urbano se llenó como sólo las líneas 2 y 3 del metro del DF en horas pico (empezaba a armar paralelismos), había Festival Cervantino, en gran medida no tenía idea de qué era a lo que me estaba dirigiendo.

A Guanajuato se entra por un camino a lado de la Facultad de Química de la Universidad, esa zona se llama Pastitos, justo ahí mi noción de certidumbre se alteró por completo, supe de inmediato que algo se había roto y que no volvería a ser igual, una serendipia, un lucky-strike, un vacío en la continuidad del tiempo... Guanajuato de noche con sus múltiples luces encendidas en tan accidentado relieve... Tiempo después supe que a todos nos impacta así Guanajuato en la primer visita... Es la ciudad a donde regresa siempre la mirada de los niños.

Era 1998. Tres años después ya estaría viviendo ahí, con todos los proyectos del tipo de gente que modifica sus rumbos sin mayor problema.

Toda clase de pasivas e inmóviles anécdotas sucedieron durante el tiempo que estuve ahí, en la universidad, en las plazas, en la tinta, en los cafés, en el fraccionamiento San Javier que es donde residí (para un citadino como yo, el hecho de vivir en una calle llamada Matavacas (¡donde varias veces vi vacas pastando!) con una pronunciada subida, detrás de un castillo (de Santa Cecilia) y a unos pocos pasos de un cerro oscuro y con varios cebúes, fue lo suficientemente redituable para tenerme hechizado varios años), incluso en algunas visitas al DF me gustaba presentarme en los bares del centro o de la Zona Rosa como guanajuatense de toda la vida al grado de imitar el acento local.

Hoy, veo a mi hija de 5 días (N. de la R.: deduzco entonces, que este texto lo escribí el 8 de mayo de este año) durmiendo a mi lado, a mi novia observándola con esos ojos tan felices y tranquilos que en nada se parecen a los que tenía en esa otra ciudad, durante la época en que nos conocimos: nuestra primer charla fue en el Paseo Madero acerca de los defectos que veíamos en Guanajuato, lo mucho que, sin percatarnos, echábamos de menos los grandes centros comerciales, las amplias banquetas, las inversiones térmicas y el surtido menú de estaciones de radio, entonces Acapulco y el DF parecían no estar tan lejos realmente.

Hoy, ellas son el significado de aquel primer latido en el urbano del '98. Hoy, sé que aquello que no supe en aquel instante era esto: sentirlas respirar, ir por la vida a través del conocimiento de ellas (hay tanto qué comunicarnos), amarlas a cada mañana porque sé que voy siendo mejor padre, novio e hijo que cada día anterior.

Sé que estoy en el suspiro interminable. Escuchar Interludio de Mikel Erentxun o Qué no te daría yo de Alejandro Sanz no es en vano. Nada es en vano a estas alturas, nada lo fue ni lo será. El humo que despiden los cigarrillos se suspenden en el cielo y forman grupos de cirros. Una bocanada me saca una sonrisa, como la de la foto de Alain Summers en Embajadoras, como la que mi amigo Alejandro Palizada ha de estar haciendo en estos momentos en la facultad de filosofía, como aquella vez en que Claudia y yo estábamos borrachos en un bar del centro y entonces ella jugó a que fumaba, agarró un camel y lo fumó tan mal que por esas cosas me fui enamorando cada vez más de ella: fumaba mal porque no le interesaba hacerlo bien, se vestía discreto a pesar de tener un cuerpo tan bien torneado porque no le interesaba lucirlo a cualquiera, era callada en las clases porque al momento de los trabajos era cuando mejor hablaba. Guanajuato sí que me queda lejos ahora, realmente, evidentemente, literariamente, el Jardín Unión me hace extrañarla a veces, esa propia ciudad-luz de bolsillo, mi salto a la oscuridad, mi ciudad de la mirada que se reencuentra.

Callo la voz citándome a mí mismo en una carta que le mandé hace un tiempo a Benjamín Valdivia: Pienso en Guanajuato como una especie de Naim irregular a la cual basta mirarla y cerrar los ojos para comprender, para caer de boca ante su encantador vacío, ante esa magia imperante que se corresponde entre ella y nosotros: no existe si no la escribimos, no se contempla si no la soñamos, no habla si no la paseamos, es la obsidiana perfecta, el más obvio jam-session para la arquitectura nacional. No es ciudad de bajas pasiones, mucho menos jinete que arriesga la vida, es tan solo la certeza de un territorio propio, unísono, fantástico -como el de la poesía-, todo ello por ser nuestra ciudad ajena, nuestro ardid, nuestra duna virgen. Nuestra isla. Nuestro París. Pero tu Guanajuato no tiene que ver con el mío, eso es seguro.

1 comentario:

Mariana dijo...

Este replubicado tuyo es tan bueno, al hacer recorer mi memoria a uno de esos viajes que dejan huella, me hizo añorar mas mi proximo viaje, a Veracruz, en la compañia de mi color magenta...

Saludos XD